
¿Quién se atrevería a colocar sobre una de las paredes de nuestro hogar uno de esos horribles calendarios que cuando llega final de año regalan las casas comerciales? Verdad es que en una casa hace falta un calendario, pero también es cierto que siempre se busca, para colocarlo, un lugar bien escondido: detrás de la puerta de la cocina, en uno de los cajones de la cómoda, debajo de la guía de teléfonos… Pero también podemos tener un calendario bonito.
Tome, por ejemplo, una madera de no más de cinco centímetros de ancho por veinte de largo, con un espesor de medio centímetro. Recúbrala de terciopelo rojo, verde, color oro viejo, o de la tela y colorido que usted prefiera. Recubrir esta madera no tiene ninguna ciencia ni secreto. Naturalmente, la tela elegida debe tener mayores dimensiones que la madera a forrar de forma que permita recubrirla totalmente. La única preocupación que debe tomarse es cortar las esquinas, tal y como indica el grabado (figura 1), para que el grueso de la tela no deforme los ángulos. Una vez recubierta la madera con la tela, ésta completamente tensa, y cuya costura debe quedar en el centro en la parte que debe ser el reverso, se hará una pequeña presilla, tambien en el reverso y en el centro, a unos tres centímetros, de lo que será la parte superior, considerando el objeto verticalmente.
Se adornará la parte inferior con un adorno de pasamanería o con flecos dorados, sobre todo si la tela que se ha elegido es el terciopelo. Entonces, a cuatro centímetros del borde inferior y cuidando de que quede centrado en los cinco centímetros del ancho de la madera, se pegará un taco calendario (que puede usted encontrar en todas las librerías) de dimensiones no mayores de cuatro centímetros de alto por dos y medio de ancho. Naturalmente, estas medidas pueden no ser exactas.
Ya tenemos el calendario terminado. Pero si todavía queremos añadirle más adornos, podemos colocar encima del taco calendario tres flores artificiales en colores que entonen con la tela elegida.
Un calendario de este tipo no solamente no afeará una estancia, salón, comedor o despacho, sino que lo adornará.