
¿Quiénes son los consumidores de los productos elaborados en el hogar?
Principalmente, y en su mayoría, se trata de personas jóvenes. Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, veremos que quienes adornan sus cabellos con llamativas y extravagantes flores, sus gargantas con brillantes y extraños collares, su anatomía con prendas fuera de serie y sus habitaciones con objetos exóticos y decoraciones «no clásicas» son, principalmente, los jóvenes y aquellas personas que, sin poder ser consideradas como jóvenes por su edad, mantienen, por el contrario, un espíritu dinámico y renovador.
¿Quiere decir esto que los artículos de las indu trias caseras tienen que ser necesariamente frap-pants llamativos y dislocados? Rotundamente, no. ¿Hay algo más clásico que las mantas de lana teji das a ganchillo que ya nuestras abuelitas y las abu las de nuestras abuelitas, confeccionaban sentadas tras los cristales de las ventanas de sus casas, en tarde lluviosas e invernales? Y, sin embargo, las mencionadas mantas de lana, tejidas con brillantes colores, son el último grito de la moda. Esto quiere decir, simplemente, que los consumidores de los productos de las industrias caseras son personas que saben encontrar la manera de engalanarse y de adornar sus hogares con cosas estéticamente bellas y que no cuestan una fortuna. Y precisamente por eso, porque tales objetos no resultan caros, son susceptibles de ser cambiados y renovados con relativa frecuencia.
¿Quién se atrevería a cambiar de sitio o a suprimir la vieja cómoda de estilo chippendale, que vale una fortuna y que desde tiempo inmemorial adorna la entrada de la casa? Sin embargo, ¿qué cuesta sustituir la sencilla mesa de madera de pino por tres sillas de enea que podemos pintar, por ejemplo, de color naranja?
Si observamos con atención a nuestro alrededor, como ya hemos mencionado anteriormente, veremos que en las famosas boutiques, tan de moda últimamente en nuestro país, se venden toda una serie de objetos que se llaman choses, things u otros nombres más o menos extranjeros, y que son, ni más ni menos, productos de las industrias que nos ocupan: collares, bolsos de punto, pequeños objetos decorativos construidos en madera o en metal, juguetes ingeniosos, cojines de lana, «ponchos», mantas, flores de papel, boinas de punto, calcetines extravagantes, tapetes de arpillera, pantallas de formas diversas, etcétera.